Entre los retos que tendrás que afrontar si decides expatriarte y desarrollar tu carrera como entrenador de fútbol en el extranjero se encuentra el de adaptarte a una nueva cultura. La solución que ofrezcas a dicho desafío dependerá no solo a lo diferente que sea el país al que te traslades, sino de tu genuina capacidad de adaptación.
Es cierto que esto último tiene que ver mucho con tu experiencia previa en ese mismo tipo de situaciones. Quiero decir, una vez eres capaz de adaptarte a determinados tipos de países o formas de vida, es mucho más sencillo volver a readaptarte a un nuevo lugar. Pero, si no tienes una mínima predisposición al cambio, será muy difícil que salves ciertos obstáculos culturales.
Hoy te quiero hablar de cómo puedes acomodarte mejor a una nueva cultura, los problemas con los que te vas a encontrar y las posibles soluciones, a través de mi propia experiencia.
El idioma: aprendizaje natural
Uno de los principales desafíos previos a trabajar como entrenador de fútbol en el extranjero que mencioné en dicho artículo fue la barrera del idioma. El simple hecho de realizar una entrevista online en un idioma que no manejas puede convertirse en todo un reto. Imagina enfrentarte a dicha realidad en tu día a día, lejos de la comodidad de tu hogar y sin haberte podido preparar tanto como lo que te hubiese gustado.
Yo lo veo de otra forma: si, durante un tiempo, eres capaz de lidiar con la frustración de no poder comunicarte como te gustaría e incluso de sentirte ridículo cuando hablas, a la larga acabarás asimilando un nuevo idioma de manera natural… ¡Gratis! Creo fehacientemente que la mejor forma de asimilar una nueva lengua es practicando. Pero no te hablo de aprender en un aula o un contexto de esta índole, sino de hacerlo en el mundo real.
Mi inglés antes de ir a India era bueno a nivel de reading y writing, pero malísimo en cuanto a listening y speaking. Es un defecto que tuve a nivel educativo (y de autoaprendizaje) y al que no pude darle una solución inmediata cuando acepté marcharme a entrenar en India. Meses después, ese problema había desaparecido. ¿Cómo? Exponiéndome en el día a día. Viéndome forzado a mantener conversaciones en inglés sin otra alternativa.
Por cierto, también aprendí suficiente vocabulario en hindi como para poder moverme en rickshaw. Muchos de los conductores de estos vehículos no hablan “ni chispa” de inglés, por lo que tienes que comunicarte por gestos o bien aprender algunas palabras o expresiones en hindi. “Bhaiya”, “chalo”, “thik hai” o “nahin” son algunas de estas palabras. Por cierto, he tenido que buscar cómo se escriben porque siempre las emplee verbalmente.
La comida: algo inevitable
Si te trasladas a un país con una cultura culinaria similar a la tuya, no deberías tener mayores problemas. Más aún en un mundo globalizado en el que cada vez resulta más sencillo encontrar productos de alimentación de decenas de países en casi en cualquier rincón del globo. Sin embargo, si te mueves desde Europa a determinadas zonas de Asia o África, puede que lo pases mal. Al menos al principio.
En mi caso, el contraste de pasar de la cocina mediterránea de España a la “spicy” de India fue más que evidente. Más aún cuando no se me ocurrió otra cosa que ponerme a comprar comida de la calle el día después de aterrizar en Delhi. Me iba tranquilamente desde la guest house en la que estaba alojado en Defence Colony hasta el mercado callejero que había a pocos metros. Allí compraba una especie de sopa con noodles que me daban en una bolsa de plástico.
Afortunadamente, no enfermé. Bueno, hasta tres semanas más tarde, justo la mañana que tenía que tomar un vuelo de casi 3 horas hasta Bangalore. No sé si fue la poca higiene de los lugares en los que comí, el agua que empleaban, el picante que le ponían a dicha comida o una combinación de todo ello lo que me acabó pasando factura.
Pero el caso es que me dejó KO durante una semana. Eso sí, solamente me he puesto enfermo en India por este motivo en esa ocasión y en un par más. Muy poco me parece para los dos años y medio que viví en el país.
Los saludos: de los abrazos y besos a la distancia
La manera de saludar o aproximarte a una persona es otro de los elementos culturales que deberás tener en cuenta cuando te expatries. No en todos los países se saluda a alguien que apenas conoces a base de besos y abrazos por doquier, como hacemos habitualmente en España.
De hecho, en muchos sitios, esta forma de saludar es considerada como una falta de respeto o, como mínimo, algo inapropiado. En las culturas orientales, por ejemplo, los saludos suelen ser formales y a menudo evitan el contacto físico directo.
En la cultura india, una forma tradicional y respetuosa de saludar a los mayores es inclinarse para tocar sus pies (normalmente sin contacto directo). No recordaba cómo se llamaba o si alguna vez me lo comentaron, pero por lo que he leído este gesto se conoce como “Pranāma” o “Charan Sparsh”.
Lo que sí sabía es que es una muestra de respeto hacia las personas mayores. Al mismo tiempo, esta persona suele tocar la cabeza del más joven en señal de bendición. Recuerdo haber hecho este tipo de saludo en dos ocasiones: cuando conocí a los padres de Rishabh, un compañero de trabajo al que considero mi little indian brother y cuando conocí al padre de Manvir, un jugador que tuve en JCT.
La puntualidad: ¿alguien llega a su hora?
Si eres español y alguna vez pensaste que en España no solemos ser puntuales, no te creerás el elevado grado de impuntualidad que existe en otras regiones del planeta. Afortunadamente, no es algo que ocurra de manera exagerada con los jugadores, independientemente de su edad. Algunos llegan tarde porque “había tráfico”, sí, pero hablamos de apenas unos minutos de retraso.
Lo problemático es cuando programas una reunión con entrenadores y empiezan a aparecer hasta una hora más tarde. En India era tremendo. Que sí, que en Mumbai siempre “hay tráfico”. Pero es el mismo tráfico que otros hemos tenido que sortear. ¿Cómo? Saliendo de casa una hora antes del inicio de la reunión, no quince minutos antes.
En el Caribe pasa algo parecido. La única diferencia es que, en islas como Caimán, las distancias son mucho menores, por lo que los impuntuales no acaban llegando “tan tarde”. Pero vaya, que el árbitro llegue cinco minutos antes de arrancar un partido o que un linier se coloque en la banda quince minutos después de empezar, lo he visto con mis propios ojos en varias ocasiones.
Además, el hecho de que aparezcan en el campo a paso de tortuga con la ropa de trabajo todavía puesta y que se vayan cambiando con la parsimonia de un niño de 3 años distrae y desconcierta a partes iguales.
Todo esto y mucho más
Todo lo que te he contado no es más que una simple muestra de lo que podrías encontrar si consigues un trabajo como entrenador de fútbol en el extranjero. Si ya has vivido alguna experiencia previa lejos de tu país, seguro que habrás tenido que enfrentarte a alguna de estas vicisitudes culturales u otras de similar índole.
Que unos monos me robaran el tetra pack de lassi que tenía para el desayuno y que dejé en un cubo con agua en la terraza porque no tenía nevera es una de las que más recuerdo. Y no con alegría… ¡malditos monos con deditos largos! ¿Tienes alguna experiencia cultural impactante o que recuerdes como inusual en tus aventuras como entrenador de fútbol en el extranjero? ¡Cuéntanosla!